4 - El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece
5 - no hace nada indebido, no
busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor
6 - no se goza de la injusticia,
mas se goza de la verdad.
7 - Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta
8 El amor nunca deja de ser…
- Es
sufrido: También
traducido como paciente. Se refiere a tolerar y comprender las faltas y
debilidades de los otros; a no irritarse ni enojarse sino permanecer
tranquilo ante ciertas situaciones; a no ser precipitados.
- Es
benigno: Lo
cual se relaciona con ser amable y dulce, actuando de manera comprensiva y
con sensibilidad, anhelando hacer el bien, y siendo suave en la
Conversación y el trato.
- No
tiene envidia: Envidiar
significa desear algo que otros tienen, y por ende manifestar sentimientos
desagradables hacia ellos. Este sentimiento –la envidia– causa luchas y
divisiones, lo cual es completamente contrario a lo que Dios nos enseña:
el amor y la unidad.
- No
es jactancioso: Es
decir, una persona que ama sinceramente no se vanagloria a sí misma ni a
sus obras, no tiene un alto concepto propio ni confianza excesiva, sino
que es humilde, reconociendo a Dios como dador de la vida, de los dones y
de las virtudes.
- No
se envanece:
Significa que, quien de verdad siente amor, no es vanidoso ni soberbio ni
arrogante ni presumido, no se da importancia ni busca halagos.
- No
hace nada indebido: Quien tiene amor actúa con cortesía, de manera honrada, con
respeto, con honestidad, con corrección, cuidando no herir a los demás por
actuar impulsivamente sino más bien evitando aquello que pueda causar
sufrimiento al prójimo.
El amor va acompañado de la
razón, es más que un sentimiento o una emoción, ya que tiene en cuenta los
sentimientos y la sensibilidad de los otros.
- No
busca lo suyo: Aquel
que ama no es egoísta, no se pone en primer lugar, no busca su propio
bien. El verdadero amor antepone al prójimo, procurando su bienestar y
felicidad, cuidándolo. Quien siente el amor desinteresado de Dios, desea
hacer la voluntad de éste.
- No
se irrita: Las
diversas situaciones no causarán ira, disgusto ni impaciencia a aquellos cuyo
amor es auténtico. Tampoco se llenarán de resentimiento ni se enojarán
fácilmente sino que las afrontarán con amabilidad, bondad y tranquilidad.
- No
guarda rencor: Es
decir que no toma en cuenta el mal que ha sido hecho, no atribuye a
alguien sus problemas ni es duro en el trato. Intenta comprender de la
mejor manera posible el comportamiento de otros.
- No
se goza de la injusticia: Significa no sentir satisfacción por los
defectos de otros, por sus pecados o errores, por su mal proceder, por su
culpabilidad ante una circunstancia, por su castigo. El amor procura
ayudar al prójimo, tanto a amigos como a enemigos. Más se goza de la
verdad… Contrastando con injusticia, se nos deja claro que el amor se
complace ante las virtudes, el progreso y la felicidad de otros. El amor
es justo y bondadoso.
- Todo
lo sufre: Tolera
las faltas de otros, no examina sus debilidades.
- Todo
lo cree: Interpreta
la conducta ajena como mejor puede, sin creer cualquier cosa (en especial
cuando se trata de aquellas que perjudican a alguien) a menos que haya
evidencias. El amor en relación con Dios cree lo que la voluntad divina le
revela al hombre, lo acepta y obedece con gratitud.
- Todo
lo espera: Tiene
la esperanza de que, a pesar de las apariencias y motivos que lleven a
dudar de la sinceridad de otros, todo tendrá un buen final. Posee fe en el
prójimo, volviéndose defensor de la causa ajena, aun frente a la
oposición. El amor se basa en la confianza, y esta confianza descansa
finalmente en Dios. Por eso el amor está dispuesto a hacer frente al
ridículo, la lucha y el desprecio en defensa de otros, pues confía que a
su debido tiempo será enaltecida la verdad.
- Todo
lo soporta: Las
dificultades, las injurias, las pruebas, las persecuciones, los ataques,
son soportados con la paciencia y comprensión del que ama.
- “El
amor nunca deja de ser…” Dios es amor, su ley está fundamentada en amor. Dios es eterno e
inmutable, no cambia. El verdadero amor no muere.
¿Cómo, entonces, se resuelve esta
paradoja de los dos énfasis teológicos, fe y bondad?
Por el amor. El amor mantiene la
tensión en equilibrio.
El amor es el “vínculo perfecto”
(Colosenses 3:14)
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