3 Mirad por
vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se
arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete
veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me
arrepiento; perdónale.
¿Qué es el perdón?
Según el Diccionario de la RAE
·
Remisión de la pena
merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente.
·
Remisión: Perdón
de una culpa o condena que priva de libertad a una persona.
Según un Diccionario Teológico
Hay tres términos
heb. En el AT que traducen perdón:
(a) «kaphar», «cubrir». Este término se
traduce también «expiación».
(b) «Nasa», llevar, quitar (culpa). Fue
usada por los hermanos de José cuando le pidieron que les perdonara (Gn. 50:17;
Dios la usa al proclamar que Él es un Dios «que perdona la iniquidad la
rebelión y el pecado»: Nm. 14:18) y al describir la bienaventuranza del hombre,
«cuya transgresión ha sido perdonada, cubierto su pecado» (Sal. 32:1).
(c) «Salach», se usa sólo del perdón que da
Dios. Se emplea con referencia al perdón relacionado con los sacrificios:
«obtendrán perdón (Lv. 4:20, 26), «será perdonado (Lv. 4:31, 35; 5:10, 13, 16,
18, etc.). Aparece en la oración de Salomón en la dedicación del Templo (1 R.
8:30, 34, 36, 39, 50). También en el Sal. 103; Jer. 31:34; 36:3; Dn. 9:19.
En el NT se usan
varios términos:
(a) «aphesis», «enviar de, liberar,
remitir», que se traduce en varias ocasiones «remisión».
(b) «Aphiêmi» se traduce «perdonar» que
además de «despedir», «entregar», «remitir», se traduce también por el verbo
«perdonar».
(c) «Apoluõ», que además de significar
«dejar», «despedir», etc., se traduce también «perdonar».
(d) «Pheidomai», «dejar», «escatimar», se
traduce también como «ser indulgente» y «perdonar».
(e) «Charizomai» se traduce, en varias
ocasiones, como «perdonar» (entregar, dar, conceder, dar gratuitamente). Todas
estas palabras se aplican al perdón concedido por Dios, así como al dado por
una persona a otra.
Hay varios aspectos
del perdón que nos son presentados en las Escrituras:
- La mente y el
pensamiento de Dios mismo hacia el pecador al que Él perdona. Sobre la base del sacrificio de Cristo, Dios no
sólo deja de considerar culpables a aquellos que tienen fe en la sangre de
Cristo, sino que además les concede Su favor. «Nunca más me acordaré de sus
pecados y transgresiones» (He. 10:17).
Así, todo sentido de imputación de pecado desaparece de la mente de Dios. «Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo» («echarisato», perdonado en gracia; Ef. 4:32). Igualmente en el AT: «Yo
sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia» (Os. 14:4).
- El culpable es
liberado, perdonado. «Para que reciban,
por la fe que es en mí, perdón de pecados» (Hch. 26:18). «Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo
alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Sal.
103:12). Esto es cierto de todos los cristianos: que sus pecados les han
sido perdonados. Hay otro concepto incluido en el perdón de los pecados, esto
es, que al tener redención en Cristo, lo que introduce al creyente a un nuevo
estado, se olvida todo el pasado de culpa, y es eliminado de él, de manera que
no hay obstáculo alguno para el goce de aquello a lo que introduce la
redención.
El principio general
en cuanto al perdón aparece en 1 Jn. 1:9:
«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad». Ello involucra honestidad de corazón,
tanto si se trata de un pecador que acude por vez primera a Dios, o de uno que
ya es hijo de Dios, y que ha contristado el corazón del Padre al pecar. Los dos
aspectos anteriormente mencionados se dan también aquí. La fidelidad y justicia
de Dios en perdonar, y nuestra purificación de toda injusticia. Dios es fiel a
Su propio carácter de gracia revelado en Su Hijo, y justo por medio de la propiciación
que Él ha hecho.
- Hay también el
perdón «gubernamental» en relación con el gobierno de Dios aquí en la tierra en
el tiempo, tanto por parte de Dios como entre los mismos creyentes, unos a
otros (Is. 40:1-2; Stg.
5:15-16; 1 Jn. 5:16). Somos llamados a perdonarnos unos a otros; si nos
entregamos a un espíritu duro e implacable, no debemos esperar que nuestro
Padre nos perdone en Sus tratos en gobierno (Mt. 6:14, 15).
Existen 3 categorías en las cuales
debemos pedir perdón y en 2 de ellas debemos perdonar también:
1. Tu mismo
2. Las personas a tu alrededor: Mateo 18:21-22
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi
hermano que peque contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aun hasta setenta veces siete.”
Antes de traer ofrenda a Dios debemos haber perdonado Mateo 5:23-24 “Por tanto, si
traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta
tu ofrenda.”
¿Qué debo hacer?
En primer lugar, reconoce que te equivocaste. Esa
es la primera etapa, tal vez te parecerá difícil reconocer que
ofendiste, lastimaste, fastidiaste a una persona pero cuando lo haces, créame
mi querido amigo(a) la manera de pensar cambia y el corazón reafirma lo que su
razón grita a voces.
Reconozca que se equivocó, en estos momentos, no
espere más de lo contrario terminará ignorando su mala acción y se acostumbrará
a vivir así.
Luego
Después de haber reconocido su error para usted
mismo, es hora que lo reconozca delante de aquella persona que usted ofendió.
No tenga miedo
Reconocer los errores e ir a pedir perdón es de hombres,
mujeres de valor, íntegros. No crea que va hacer el ridículo, al contrario mi
querido hermano(a) usted hará un acto tan noble como admirable. No es fácil
pedir perdón porque nuestra naturaleza humana tiende a ser orgullosa e incluso
egocéntrica. Pero acaso ¿No cree es tiempo de dejar todo eso atrás?
Sonría
Sí, no le estoy haciendo una broma cuando le digo
que sonría cuando vaya a pedir perdón. La sonrisa que emita será una cálida,
sincera, llena de arrepentimiento y mansedumbre y la persona a la que
usted le pedirá perdón lo sentirá.
Si recibe reproches
Imaginemos que aquella persona a la cual usted
ofendió y por la cual usted se encuentra frente a ella para pedir
perdón, lo trata mal y empieza a reprocharle. Por favor, escuche todo lo que
esa persona le diga, no se moleste, exalte ni crea que usted se está degradando
por escucharla.
Recuerde que toda acción trae una reacción. No se
desanime, ya que todo ello le servirá para su propia
experiencia. Recuerde también que de los errores se aprende y en las manos de
Dios, todos absolutamente todos nuestros errores tienen un propósito bueno.
Además, todos aquellos reproches que usted reciba
no serán nada más y nada menos que los restos de una herida que ya está próxima
a sanar gracias a la decisión de usted de ir a pedir perdón.
Abra su corazón
Cuando abrimos nuestro corazón las estrellas brillan,
el sol sonríe y las gotitas de lluvia saben a miel. Dese la oportunidad de
mostrar lo que en ese hermoso corazón existe. Además, si usted ha ido a pedir
perdón, reconocer una falta es porque definitivamente ese corazón está cobrando
una forma divinamente hermosa. Hable con la verdad y con un corazón lleno de
autenticidad.
Hable con Dios
Antes de abrir la puerta de su casa, coger sus
llaves, tomar el bus o conducir su auto en dirección a la casa de
aquella persona, por favor ore, hable con nuestro padre celestial y dígale las
intenciones de su corazón, aunque él ya lo sabe necesita escucharlo decir de
los labios de su hermosa creación, usted.
Hágalo parte de sus planes, permita que él lo
dirija en cada palabra que le diga a dicha personita que al igual que usted
también se encontrará nervioso(a).
3. Dios: 1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad.” Isaías 1:18 “Venid
luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.” Isaías
43:25 “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.”
Juan 8:2-11 (La mujer adúltera)
Primero: Todos estamos
propensos a fallar, por lo cual no deberíamos juzgar duramente a los que lo
hacen, ni tampoco deberíamos ser duros con nosotros mismos. Tampoco hablo de
sentirse bien por hacer el mal, porque entonces Dios no habitaría en tu vida,
una persona nacida de nuevo nunca sentirá placer de pecar, al contrario,
sentirá tristeza, vergüenza y dolor en su corazón por haberle fallado a Dios.
Segundo: Dios no acusa
y tampoco condena, a pesar que Jesús era el único digno de tomar una piedra y
lanzarla a la mujer, decidió no hacerlo, decidió perdonar. Y es que Jesús
siempre tendrá como primera opción para nuestra vida PERDONARNOS,
entonces, partiendo de esto: ¿Por qué no buscamos su perdón?, la mayoría de
personas al fallarle a Dios sienten que ya no son dignos de Él y
prefieren, en muchos casos, alejarse totalmente de Dios en lugar de buscar su
perdón. Aunque para los más duros y religiosos esto sea duro de
asimilar, tenemos que entender que no importa cuántas veces le pidamos perdón a
Dios, Él siempre estará dispuesto a perdonarnos, eso sí, mientras halla
oportunidad.
Tercero: La voluntad
de Dios al perdonarnos es que no volvamos a lo mismo: “Ella le
respondió: —Así es, Señor. Nadie me ha condenado. Jesús le dijo: —Tampoco yo te
condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.” Juan 8:11 (Traducción en
lenguaje actual).Cuando Dios nos perdona lo hace con el propósito que
podamos ir y vivir de una manera diferente para no volver a cometer
los mismos errores, pero por si en alguna ocasión los volvemos a cometer, no
significa que Dios te desechara, se cansara de ti o te dará la espalda.
¿Qué necesitas para recibir el perdón de
Dios?
1 Juan 1:9; 2:1
1.
Reconocer tu
error o que pecaste, tener conciencia pura de que lo que hiciste estuvo mal.
2.
Estar arrepentido
genuinamente por lo que hiciste, es decir no querer repetir ese error.
3.
Pedir perdón a
Dios, quien te lo otorgara enseguida.